Me ha sorprendido gratamente, en este tercer día de peregrinación que todos los peregrinos, sean de la edad que sean, cuiden el rato que dedicamos al trato con el Señor. La etapa de hoy ha sido muy cómoda, un paseíto hasta la Catedral de Mondoñedo en comparación con la etapa de ayer. Gracias a esto hemos podido comenzar un poco más tarde ¡cómo se agradece poder dormir un poco más¡ Hemos rezado Laudes, cantado los salmos y dispuesto interiormente para emprender la marcha.
Caminamos unidos respetando el silencio, me impresiona muchísimo
ver a tantos jóvenes hablando personalmente con Dios. Aunque estamos medio
dormidos, con las legañas aún en los ojos, se nota como cada uno pone de su
parte para favorecer el recogimiento, uno se quita los cascos, otra se separa
durante una hora de sus amigas. Ver a un seminarista explicando a su grupo que
en la oración podemos tratar con el Señor de nuestras preocupaciones,
tristezas, alegrías… incluso decirle que estamos cansados, ha sido el comienzo
de mi conversación personal con Dios.
He podido comprobar como la oración va mucho más allá, no se queda
sólo en un momento del día que nada tiene que ver con el resto de lo que va aconteciendo.
Curando las ampollas a una chica me he quedado sorprendido de que no se hubiera
quejado, me ha contado que no podía
quejarse ya que forma parte de un grupo, se siente responsable de la marcha de
sus compañeros y ese cariño a los demás le hace pedirle al Señor poner buena
cara aunque a veces cueste un poco.
¡Poner buena cara! Es la frase que mejor resume esta jornada. Los
regalos de hoy han sido poder disfrutar de la piscina, tomar un refresco en la
plaza frente a la Catedral, más tiempo libre para reponer fuerzas y seguir
adelante seguros de tenerle a Él en todo momento.
9:23
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