Hoy nos hemos
levantado y estaba lloviendo. Hacer camino con lluvia se hace pesado, a demás, el
día lleno de nubes. ¿Pero quien ha dicho que un día gris no tiene su belleza?
¿Quién ha dicho que a un día gris no se le puede sacar algo luminoso?
La vida tiene
sus días grises; normalmente nos encontramos con situaciones, circunstancias o
personas las que nos hacen daño, o que las cosas no salen como queremos, o que
las dificultades nos hacen perder el aliento. Tenemos dos opciones o quedarnos
atrapados en la negatividad de la situación y vivir en la queja, o buscar vivir
en la solución ¿cómo? Hacer todo lo que este en mis manos, y dejar el resto en
las manos de Dios. La lluvia no la puedo evitar, no depende de mi. Lo que está
en mis manos es ponerme un chubasquero, es poner buena cara al mal tiempo,
pensar en el café caliente a la hora de llegada, y disfrutar de los típicos
húmedos paisajes gallegos. Así es la vida… yo no puedo cambiar a las personas,
no puedo cambiar muchas circunstancias que me vienen (una enfermedad, un
acumulo de trabajo, etc.), éstas las pongo en manos de Dios; pero si puedo
intentar ver lo que está en mis manos para no quedarme atrapado en la
situación, aquí pido fuerzas a Dios. Hay una oración que nos puede ayudar:
“Dios,
concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor
para cambiar las cosas que si puedo cambiar y la sabiduría para conocer la
diferencia. Así sea.”
15:16
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